sábado, 28 de octubre de 2017

Una lectura del paisaje extremeño en los textos de Francisco Valdés

Una lectura del paisaje extremeño en los textos de Francisco Valdés
GUADALUPE NIETO CABALLERO 
BT5
https://youtu.be/bGvAHBI0Itc

El paisaje extremeño ha sido objeto de atención de intelectuales españoles a lo largo del siglo XX. Son de sobra conocidas las contribuciones de Unamuno en Por tierras de Portugal y de España (1911), de Cela en La familia de Pascual Duarte (1942) o de Miguel Delibes en Los santos inocentes (1981), pero también las de escritores extremeños —de nacimiento o de vivencias— como Gabriel y Galán, Reyes Huertas y Luis Chamizo, incluidos tradicionalmente en el marco del regionalismo. Sin embargo, en el contexto de la Edad de Plata comienza a sobresalir un autor que retoma la lectura del paisaje extremeño desde un prisma moderno y cercano al tono de las vanguardias: Francisco Valdés, creador y crítico literario cuya atenta mirada se posó sobre la realidad extremeña dándole voz a través de sus textos.

En esta comunicación abordamos el paisaje natural y humano que delinea Francisco Valdés en su prosa. En vida publicó cuatro libros y numerosos artículos en prensa en torno a la realidad del campo extremeño. En este contexto cobran especial relevancia sus volúmenes de Cuatro estampas extremeñas con su marco (1924) y 8 estampas extremeñas con su marco (1932), concebidos en dos estadios de edición. Los episodios que articulan estos libros ofrecen descripciones del paisaje extremeño y de los personajes de esa vida pueblerina de la que el propio autor es partícipe. Ninguna clase social escapa de su atención; aparecen los ricachos del casinillo, el maestro que abandona a sus alumnos, abogados ruines, mendigos y rufianes, una pobre campanera o un campesino cuya vida está destinada irremediablemente al trabajo duro y a la imposibilidad de ascenso social. Como apuntan Viola y Bernal (2013: 32), Valdés subraya, por un lado, “la rectitud, la nobleza y la entrega del hombre extremeño” y, por otro, “lamenta la postración cultural, el fanatismo y la superstición, así como las lacras del caciquismo, la enfermedad y el hambre que asolaban al medio rural extremeño”.  En otros trabajos como Resonancias (1932), ejemplo de la crítica literaria que el autor desarrolló durante estos años, retoma obras de escritores clásicos como Cervantes, y de otros inmediatamente anteriores como Benavente o Miró, y plantea una impresión literaria que parte del punto de vista del Valdés lector y en la que juega con los espacios y contenidos de los textos seleccionados. Es el caso, por ejemplo, de “Imperia”, uno de los capítulos del volumen mencionado, que incorpora una visión muy personal de La noche del sábado de Benavente y cuyas descripciones parecen enmarcar la trama en un entorno extremeño.

Partiremos de una lectura atenta del corpus seleccionado que permita establecer un análisis detallado de los textos y los ponga en relación con otras obras a través de un ejercicio de intertextualidad. En este trabajo nos centramos en el tratamiento del paisaje como significante y significado en la producción literaria de Francisco Valdés, un autor periférico pero fundamental en el desarrollo de las vanguardias regionales. Como se verá, el escritor enaltece la belleza de la tierra extremeña no solo por la descripción esmerada y directa que ofrece en sus estampas, sino también por medio de un procedimiento de contraste a través del cual nos presenta a unos personajes maltratados y abandonados, determinados inevitablemente por su entorno.


3 comentarios:

  1. Estimada y admirada Guadalupe: enhorabuena por la completísima ponencia. Siempre es un gusto escucharte. Me parece muy clara la relación que estableces entre Francisco Valdés y otras lecturas sobre el paisaje extremeño. Qué importante resulta la crítica a partir del texto. Me surgen dos inquietudes:

    ¿Cómo evoluciona la presencia del entorno en Francisco Valdés? ¿Se llega del paisaje o paisanaje a los atisbos urbanos o cívicos?

    ¿Existen ejemplos actuales de obras literarias que plasmen el paisaje extremeño a la manera de Valdés o influidos por él?

    ¡Muchas felicidades!
    Va un saludo cordial desde Alicante,
    Ignacio Ballester

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    1. Querido Ignacio:

      Muchas gracias por tus apreciaciones y por tus preguntas. Ciertamente, Valdés escribe en el periodo de vanguardias —aunque él no llega a ser un vanguardista pleno—, donde la ciudad cobra protagonismo. Sin embargo, Valdés y sus coetáneos se centran en lo que tienen cerca, en el paisaje rural extremeño. En esos momentos, salvo Badajoz y Cáceres, el resto de la región podía considerarse rural. Quizá autores como Eugenio Frutos, algo posteriores —Frutos fue discípulo de Valdés, sin ir más lejos—, sí van fijando su mirada en un ambiente de ciudad. Dejo aquí un poema que aunque no sea expresamente referido a la ciudad, sí incluye ya elementos que resultan más difíciles de localizar en la obra de autores como Valdés, Reyes Huertas o Luis Chamizo.

      DECORACIÓN

      Un humo de tren borra
      las sierras del telón.

      Una casa sonámbula
      se peina la baranda de un balcón.

      Los árboles disponen sus atriles
      en torno del chalet.

      Y la lluvia ha borrado
      la música de ayer.

      Estribos los balcones,
      toma el viento las casas como un tren.

      Una luna-objetivo
      proyecta una película sobre tu mirador.

      Tu mirador, pecera
      de las constelaciones.

      Aviso:

      NO HAY FUNCIÓN.


      Nuestra protagonista
      se embarcó -sensación-
      esta tarde en la música
      -barca remera- de mi acordeón.

      Con respecto a la segunda pregunta, es algo difícil buscar las influencias de Valdés en autores coetáneos, pero sí que hay ejemplos de novelas y poesía en las que se plasma ese paisaje. Hablo de textos de los extremeños (de nacimiento o de vivencias) Luis Landero, Andrés Trapiello, Dulce Chacón y Jesús Carrasco, entre otros.

      "Más tarde comprendí que los campesinos, como también les ocurre a los niños, no saben lo que es la belleza campestre. Donde otros ven un paisaje, ellos solo ven un sembrado, una dehesa, un erial bueno para cabras, un cerro o un barbecho. [...] Ahora sé que se hubieran reído de mí, del mismo modo que ahora, cuando recuerdo los campos de mi niñez, por encima de la belleza, se me revela ante todo un paisaje hecho de historia; es decir, de tiempo y de dolor" (Luis Landero, El balcón en invierno).

      Espero haber respondido bien tus preguntas. Gracias por tu interés.

      Un abrazo,
      Guadalupe

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    2. Estimada Guadalupe: muchísimas gracias por la atenta respuesta. Qué sugerente es el espacio en Francisco Valdés. Parece que en ese poema ya se domestica. Vaya imágenes. Tomo nota también de la idea del tiempo y del pasaje de Landero. ¡Felicidades por el trabajo! Un abrazo bien fuerte, Nacho.

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